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Cinco factores para analizar la crisis bancaria

Los acontecimientos recientes surgidos a partir de la crisis generada por el Silicon Valley Bank (SVB), sacan a la luz un tema al que las entidades financieras, así como los gobiernos, deben prestar suma atención: cómo funciona la mente de los actores económicos al tomar decisiones.

Durante mucho tiempo se nos vio (todos somos actores económicos) como seres 100% racionales, que contábamos con toda la información necesaria y la capacidad para procesarla, de manera que siempre íbamos a tomar la mejor decisión en términos de relación costo beneficio. La realidad nos ha demostrado que está muy lejos de ser ese escenario ideal.

Reconocidos investigadores han abordado el tema, incluso ganadores del Premio Nobel de Economía, como Kahneman y Thaler, por mencionar algunos, bajo la corriente de pensamiento que se dio a llamar Economía del Comportamiento.

Dicha corriente señala que nuestras decisiones no son tan racionales como se suponía, y que nuestro entorno, emociones y expectativas afectan el comportamiento.

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Volviendo a la crisis bancaria en curso, la Economía del Comportamiento puede ayudar a comprender las conductas de los actores económicos y un concepto clave es el de los Sesgos Cognitivos, que en este contexto los podemos definir como patrones de pensamiento o procesamiento de información que llevan a interpretaciones y juicios inexactos. Estos sesgos pueden afectar la forma en que una persona recopila, procesa y retiene información, lo que puede llevar a la distorsión de la realidad, y afectar a la toma de decisiones.

Si bien existe un listado muy extenso de sesgos cognitivos, identifico claramente algunos que son relevantes y de alto impacto en esta crisis:

Primero, sesgo de disponibilidad: hay una tendencia a sobreestimar la probabilidad de un evento en función de cuántas veces lo han experimentado o han oído hablar de él. Si una persona ve que en los medios de comunicación aparecen varias noticias relacionadas con la crisis, puede ser que sobreestime la probabilidad de que ocurra algún conflicto con sus depósitos y actúe en consecuencia.

Segundo, sesgo de confirmación: las personas suelen buscar información que confirme sus creencias e ignorar la información que las contradice. Si ese actor económico ya cree que un banco es insolvente, puede buscar información que confirme esta creencia y actuar en función a ella, incluso si hay información disponible que sugiere lo contrario.

Tercero, sesgo de anclaje: es habitual que le demos más importancia a la información que recibimos primero y a usarla como punto de referencia para tomar decisiones posteriores. Si vemos a otros retirar sus depósitos de un banco, podemos anclarnos a esta información y tomar la misma decisión, sin considerar la situación actual del banco.

Cuarto, sesgo de la aversión a las pérdidas: se le da más importancia a las potenciales pérdidas que a las potenciales ganancias. Si creemos que el depósito en un banco está en riesgo, lo retiraremos para evitar la pérdida potencial, incluso si tiene un alto costo asociado, aún sin tener demasiadas evidencias reales de la crisis

Quinto, efecto arrastre: Las personas tienden a imitar el comportamiento de la mayoría, especialmente en situaciones de incertidumbre. Si muchas personas están retirando sus depósitos, puede que otros lo hagan sin considerar su situación individual ni la información objetiva.

Las expectativas tienen un impacto importante y cuando hay una percepción generalizada de que un banco es insolvente o no es capaz de cumplir con sus obligaciones, esto puede generar un efecto de contagio en el que los depositantes comienzan a retirar su dinero.

Las expectativas pueden estar basadas en información real o en rumores y especulaciones infundadas. Si hay noticias negativas sobre un banco, como la quiebra de otra entidad relacionada, problemas financieros en el sector, o rumores de insolvencia, puede generarse temor y una expectativa de que el banco también esté en problemas.

Es importante destacar que las expectativas no siempre están basadas en hechos reales y pueden ser exageradas o infundadas. Esto significa que las corridas bancarias pueden ser impulsadas por expectativas que no necesariamente reflejan la verdadera salud financiera de la institución, generando la tan conocida profecía autocumplida.

Comprender cómo deciden realmente los actores económicos, es un paso fundamental para resolver una crisis como la actual.