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El cáncer y las palabras

Existen muchos libros de autoayuda con la temática del cáncer. También hay mucha literatura científica al respecto, incluyendo lo relacionado a aspectos psicológicos y psiquiátricos en esta especialidad de la medicina actual. Creemos necesario el aporte de la voz de los pacientes hablando acerca de qué los ayudó y qué frases o palabras obstaculizaron el proceso que vivieron al ser diagnosticados de cáncer y las diversas alternativas que les tocó vivir.

Por este motivo, a partir de frases concretas aportadas por pacientes reales en el contexto de una campaña sobre "La enfermedad y las palabras" elaboramos un libro en el que aunamos conocimiento vivencial y científico, expresado de un modo amable y entendible.

Sabemos que el término "cáncer" trasciende el ámbito de la salud y la enfermedad, tiene una connotación cultural y produce un impacto social. Se ha convertido en un adjetivo común a la hora de dar cuenta de cualquier mal social que esté al acecho para destruir y corromper, lamentablemente en algunas oportunidades se lo utiliza como sustantivo designando lo peor que se pudiera esperar. Es una palabra omnipresente, pero que cuesta pronunciar al tener un diagnóstico.

Como psicólogas que desde hace años nos hemos especializado en psico-oncología tenemos la fuerte convicción del rol terapéutico que juegan las palabras. Las personas en momentos de vulnerabilidad y fragilidad necesitamos tanto del cuidado como de la comprensión, que se expresan en actos y en palabras. Los amigos, familiares, compañeros de trabajo, médicos, medios de comunicación, en fin, todos nos comportamos como "la gente" al momento de abordar una temática que por siglos ha estado asociada a la muerte y el deterioro.

Más aún, cuando encontramos cómo las creencias de la familia, contexto social, medios, se muestran en las frases y comentarios que los pacientes expresan, nos sentimos motivadas a analizarlas, con el propósito de erosionar el sentido que se ha construido durante décadas alrededor del cáncer. El primer paso es tomar conciencia de ese repertorio de clichés siempre tan a mano, que funcionan como un atajo, una especie de protocolo para quien los dice, pero que pueden resultar muy perturbadores para los destinatarios. En nuestra práctica cotidiana escuchamos a nuestros pacientes hablar acerca de cómo son impactados por comentarios, opiniones y consejos desde diversos ámbitos.

En los últimos tiempos se ha puesto el foco en el uso de metáforas bélicas para hablar sobre el cáncer. Con eliminar este tipo de metáforas no resolveremos el problema si no se aborda la comprensión general de la diversidad en que las personas enfrentan el hecho de enfermar y sanar. La validación de otro tipo de metáforas, porque como humanos no podemos dejar de usarlas. Por lo tanto seguiremos utilizándolas para describir lo que el cáncer genera, pero podemos mostrarlas, cuestionarlas y transformarlas para que se conviertan en herramientas que nos ayuden a empatizar. Aspiramos a colaborar en la propuesta de nuevas metáforas que sean facilitadoras para los pacientes, y que paulatinamente desplacen a las palabras que estigmatizan y amplifican el sufrimiento. Nuestros pacientes nos muestran a diario como pueden reflejar sus vivencias mostrando aspectos de su mundo interno a través de otro tipo de metáforas: la enfermedad como camino, como un huésped que vino sin avisar, como travesía, como desequilibrio interno, como una carta más en el mazo, como ruptura de una armonía a recomponer.

Existen muchas maneras de ver la enfermedad: como desafío, como un castigo, como el enemigo, como debilidad, como estrategia, como daño irreparable, como un valor, como alivio. Es importante poder escuchar a cada paciente para entender si ese modo de ver la enfermedad es fruto de una validación interna y elaboración de la experiencia que vive o es una adhesión a formas de ver la situación por la que atraviesa "impuesta desde afuera".