Argentina
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Elecciones, plan patita y FMI: cómo es el combo explosivo que enciende las luces de alerta

"Las elecciones no llegan tal vez en el momento más indicado". La frase no se refiere a alguna cuestión que tenga que ver con lo antidemocrático, sino a los temblores económicos -extras- que se suelen generar en los años en los que en la Argentina se elige a un nuevo Gobierno.

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La declaración corresponde a un alto protagonista del mercado internacional, y muestra la preocupación que hay también en otros actores, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), los empresarios e incluso el propio Gobierno.

En el arranque de las conversaciones entre el equipo económico y los funcionarios del FMI, en Washington, donde la Argentina intenta el OK de la tercera revisión del acuerdo, el tema electoral estuvo sobre la mesa.

Todo indica que no habrá demasiados problemas para superar esta instancia y la Argentina además logrará acceso a u$s 5800 millones, pero hoy casi que se piensa más en 2023 que en el cierre de 2022.

Deuda y viejos conocidos

El Fondo conoce a la Argentina y mucho. Y sabe que la tentación por empezar a implementar planes de ayudas sociales, bonos o cualquier otro formato que se quiera encontrar para sumar votos -con dinero de las arcas públicas- , es muy grande.

El organismo internacional confía en que el ministro de Economía, Sergio Massa, hará todo lo posible por no salirse del camino trazado y llegar a fines del año próximo con un déficit de 1,9% del PBI, tal como se comprometió. Pero tampoco desconoce las presiones internas que habrá para que entre a jugar algún "plan platita".

La promesa de Massa está firme, pero el Fondo Monetario sabe que hay cuestiones que ya superan a Massa -como esa presión interna- sobre la que ya no tienen control. Y allí aparecen los temores respecto de lo que vendrá. No es que se espera un incumplimiento serial de metas por parte de la Argentina, pero que el temor existe, es una realidad.

De hecho, nadie se atreve a asegurar que lo pautado para 2023 se cumplirá, y no son pocos los que descartan que la gestión que asuma en marzo del año que próximo deberá volver a sentarse a hablar con el FMI.

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Del lado empresario la sensación es exactamente la misma que la del FMI. Sostienen que "los años electorales siempre suelen ser complejos, y para colmo ahora llega en un momento de fuerte convulsión económica", lo que hace subir varios escalones el nivel de preocupación.

En este escenario, en la industria no se espera que lleguen, al menos con fuerza, respuesta a alguno de sus reclamos más fuertes, como el acceso a dólares para importar insumos. Y esto tiene que ver la necesidad de cumplir con las metas de Reservas para 2023, aunque del otro lado aparece otro eje de conflicto.

Desesperado por reducir las cifras de inflación, el Gobierno puso en marcha el programa Precios Justos, y a cambio de productos para esa canasta se ofreció mayor facilidad para acceder a dólares para importar insumos, lo que tiene un impacto directo sobre el volumen de reservas.

La situación que se presenta aquí es qué ocurrirá si finalmente esas divisas no llegan con la fluidez que se pretende, algo que no descartan entre las alimenticias.

En caso de que los dólares no lleguen, la posibilidad de que se mantenga el congelamiento de estos precios hasta marzo, no aparece como algo simple y sería un nuevo golpe para la inflación, algo poco recomendable en medio del proceso electoral.

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En los últimos encuentros el Fondo Monetario se mostró confiado en que esta tendencia inflacionaria alcista empiece a caer a partir del arranque de 2023, aunque al mismo tiempo reclama medidas más de base para lograrlo. No ven como algo imposible la meta oficial del 60%, aunque lo atan directamente al comportamiento de diferentes factores.

Para el Gobierno, la combinación de economía y elecciones tampoco es bienvenida. Sabe que sus posibilidades de ganar las elecciones se complican, y ahí vuelven a aparecer los fantasmas de algún "plan platita" que sume votos.