Argentina
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Estiman que caerá la producción de granos por la sequía e ingresará casi un 10% menos de divisas por las exportaciones

La campaña 2022/23 dejará una cosecha menor y una caída en la contribución de los granos a la economía Argentina. Esa es la principal conclusión a la que llegó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires tras sus primeras estimaciones, que fueron presentadas hoy en un evento virtual.

El climatólogo Eduardo Sierra dijo que la ausencia de lluvias plantea un escenario desfavorable para la definición de los rendimientos en cultivos de invierno y para el inicio de las labores de siembra para cultivos de verano, pero a su vez intentó moderar las versiones de una tercera Niña muy destructiva. Afirmó que durante noviembre puede haber algunas lluvias que morigeren levemente la sequía, pero remarcó que “las siembras tempranas se van a perjudicar bastante, van a ser difíciles de realizar”.

“En diciembre todavía la Niña tiene mucho poder, pero tendría lluvias, es bastante probable una recuperación, las cosas empiezan a mejorar sensiblemente. En enero, se igualan las posibilidades de presencia de un fenómeno Niña con un fenómeno neutral. Si persiste, sería más moderado que el del año pasado. En febrero, las posibilidades de la Niña son menores. Lluvias razonables, temperaturas elevadas y bastante bien la humedad del suelo. No vamos a una campaña récord. La campaña 22/23 será de transición, problemática, pero la 23/34 será ya la primera campaña buena en tres años”, sintetizó Sierra.

A su turno Jimena Vicentin Masaro, economista de la Fundación INAI, mostró la evolución de precios, costos y rentabilidad de cada cultivo. Según sus datos, los precios del maíz a cosecha están entre 15 y 30 por ciento por encima de los de la campaña pasada y 43 por ciento por encima del promedio de los últimos cinco años, mientras que en soja los precios superan en 15-20 por ciento a los de la campaña pasada, y en un 39 por ciento al promedio de los últimos cinco años.

Pero por el lado de los costos también hay incrementos importantes desde la campaña anterior, especialmente a partir de la guerra. Los fertilizantes fueron los más afectados, con un alza del 70 por ciento, mientras que los fitosanitarios aumentaron un 41 por ciento y el combustible un 23 por ciento. Esto hizo que los costos de producción del maíz lleguen en la campaña que comienza a 780 dólares por hectárea, un 26 por ciento más que en la campaña 2021/22. El costo de la soja, el cultivo que menos varió, aumentó un 10 por ciento hasta llegar a 365 dólares por hectárea en promedio, el del girasol aumentó 14 por ciento y se ubica en 302 dólares por hectárea y la combinación trigo/soja se encareció un 19 por ciento para alcanzar los 987 dólares por hectárea de costo promedio.

“Los márgenes brutos con rindes promedio están muy por encima de los de la campaña pasada, sobre todo en girasol y maíz temprano, no tanto en maíz tardío”, dijo Vicentin Masaro, y detalló que en maíz temprano se observa una amplia variabilidad interregional.

“Los pronósticos climáticos ponen en duda que se pueda obtener estos rindes promedio”, remarcó.

Los números de cada cultivo

Martín López, analista de estimaciones agrícolas de la Bolsa, fue el encargado de brindar las estimaciones de siembra y producción para cada cultivo. La superficie sembrada con trigo según el relevamiento de la entidad alcanza las 6,1 millones de hectáreas y la producción del cereal sería de 17,5 millones de toneladas, mientras que la cebada ocupa 1,3 millones de hectáreas y se espera una producción de 5 millones de toneladas.

Respecto del girasol, con una siembra estimada en 2 millones de hectáreas la producción nacional podría rondar las 3,9 millones de toneladas. El sorgo cubriría 95.000 hectáreas y la producción sería de 3,3 millones de toneladas.

En cuanto a la soja, la superficie estimada es de 16,7 millones de hectáreas y la producción total alcanzaría las 48 millones de toneladas, mientras que el maíz abarcaría 7,5 millones de hectáreas y la producción total sería de 50 millones de toneladas.

“Después de seis campañas, la soja vuelve a superar en superficie sembrada al maíz, y si el clima castiga demasiado al cereal la oleaginosa podría superarla también en volumen total”, comentó el especialista.

En total, 34,5 millones de hectáreas serían sembradas en la campaña 2022/23 con los principales 6 cultivos, un retroceso de 0,1 por ciento respecto de la campaña pasada, y la producción rondaría las 127,7 millones de toneladas de granos, 1,6 por ciento menos que en 2021/22.

Luego, el economista jefe de la Bolsa Agustín Tejeda Rodríguez sintetizó la contribución económica que haría la campaña de granos 2022/23 y recalcó que la caída tanto en precios como cantidades para la nueva campaña determinaría una disminución en la contribución de las cadenas de cultivos extensivos a la economía argentina, aunque esta se mantendría en niveles históricamente altos.

Según detalló, de las 127,7 millones de toneladas de granos producidas, 75,8 millones de toneladas serían dirigidas al consumo doméstico, lo que representa un aumento del 3,9 por ciento respecto de la última campaña. Esto se explica en buena medida por un incremento en la molienda de soja, que rondaría las 40 millones de toneladas. La inversión de los productores para alcanzar esta producción rondaría, según los cálculos de la Bolsa, los 25.600 millones de dólares, un 6 por ciento más que en la última siembra.

Las exportaciones de granos y derivados alcanzarían un valor de 40.932 millones de dólares, lo que representa una caída del 9,2 por ciento respecto de la campaña 21/22, y por lo tanto también caería en la misma proporción la recaudación fiscal, que rondaría los 17.515 millones de dólares.

El valor bruto de producción caería un 5 por ciento hasta 118.181 millones de dólares, y el valor agregado caería un 12 por ciento y sería de 50.655 millones de dólares.

“Argentina viene creciendo por debajo del promedio mundial desde la campaña 2007/08, como consecuencia de los desincentivos que generan las políticas agropecuarias. La adopción de un marco de políticas más favorable para la inversión y la exportación permitiría más que duplicar el crecimiento esperado para el sector agroindustrial, que podría acercarse al potencial”, afirmó Tejeda Rodríguez.

La sustentabilidad, bien gracias

Por su parte Daniela Regeiro, analista de investigación y prospectiva de la Bolsa de Cereales, puso el foco en las variables que hacen a la sustentabilidad productiva. Afirmó que “la Argentina va en buen camino”, pero luego mostró algunos datos que no avalan tal afirmación.

Los cultivos de cobertura, a pesar de estar en alza, solo alcanzan un nivel de adopción del 19 por ciento. El análisis de suelos, una práctica de bajo costo vital para la eficiencia y la sustentabilidad del sistema, también muestra un nivel de adopción alarmantemente bajo: apenas alcanza el 30 por ciento en maíz y el 16 por ciento en soja, y la tendencia es decreciente. La aplicación variable de insumos viene creciendo de manera notable, pero solo la hace el 18 por ciento de los productores.

Además, en la campaña que comienza hay otras variables en las que la sustentabilidad retrocederá. Según detalló la analista, habrá una menor diversificación de cultivos, con solo un 46 por ciento del área cubierta con gramíneas. Por un ajuste de costos y por el riesgo climático, muchos lotes pasarán a soja, lo que también haría caer el uso de fertilizantes y por lo tanto habría una menor reposición de nutrientes. “Por cada 100 kilos de fósforo que extrae la soja, se reponen 50”, alertó Regeiro.

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