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La presión de Cristina Kirchner condiciona a Sergio Massa aunque dicen que la relación "está intacta"

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La vicepresidenta rompió el silencio en los temas económicos al que se había llamado desde que asumió el tigrense y le pidió una "intervención más efectiva" para controlar precios. Desde el massismo naturalizaron sus dichos. Furia K con Tombolini.

Casi dos meses de tregua le concedió Cristina Kirchner a Sergio Massa en su gestión al frente del Ministerio de Economía. Si hasta la renuncia de Martín Guzmán la vicepresidenta parecía obsesionada con las variables económicas, con la asunción del tigrense se llamó a silencio y avaló medidas que para el universo kirchnerista hubieran sido inaceptables en otro momento.

Pero este miércoles, tras la publicación del índice de Pobreza e Indigencia del INDEC, clausuró la luna de miel y salió a reclamar "una intervención más precisa y efectiva". Aunque desde ambos lados aseguran que la relación "está intacta", que hablan "muy seguido" y que hubo contactos "antes y después", fue el primer planteo público que hizo la accionista mayoritaria del Frente de Todos y empieza a condicionar el rumbo de Hacienda.

"Está todo muy bien entre ellos. Hablaron antes de que (Sergio) fuera al Congreso y después del tuit de ella. Es lógico el pedido, en el Frente de Todos es importante que cada uno le hable y cuide a su electorado", naturalizaron desde el massismo el mensaje en el que la vicepresidenta consideró "necesaria una política de intervención más precisa y efectiva" contra la suba de los alimentos, para contener la inflación. "Está más que claro que estamos ante un fenómeno de inflación por oferta y no por demanda. Las empresas alimentarias han aumentado muy fuerte sus márgenes de rentabilidad", remarcó.

Acaso para atenuar su impacto, cerca del tigrense dicen coincidir con el planteo que hizo Cristina, y resaltan que ese hilo de tuits incluye una "valoración positiva" de la gestión. Mencionan, en esa línea, el reconocimiento explícito que hizo la vice cuando señaló que "el ministerio de Economía ha trabajado duro en todas las áreas de su competencia".

En el kirchnerismo, donde a partir del intento de magnicidio contra Cristina se acentuó el hermetismo, dicen que aquel fuerte apoyo de Cristina a Massa para forzar a que Alberto Fernández lo pusiera al frente de la botonera de la economía "no cambió para nada" y enmarcan el mensaje de la vicepresidenta en un contexto de "una líder política que le habla a su gente y marca el rumbo en lo que cree que hay que prestar más atención".

¿Por qué ahora y no en estos dos meses que lleva Massa? El interrogante, que incluye el razonamiento de que la situación no varió en cuanto a lo que afrontan a diario los argentinos, tiene una explicación, sostiene: "Después del desastre que hizo Guzmán durante dos años y medio, al que viniera había que dejarlo trabajar". Es un concepto que Máximo Kirchner se encargó de transmitir a su tropa en agosto y que en La Cámpora utilizan como mantra para justificar decisiones incómodas que tomó el tigrense.

El ajuste de tarifas que implicó la drástica quita de subsidios energéticos fue un ejemplo de ese contraste. Los acercamientos que Massa hizo con el Fondo Monetario Internacional -por ahora sin medidas de alivio en el programa como moneda de cambio- y el alineamiento con Estados Unidos, también.

Massa y Kristalina Georgieva,, durante el viaje que el ministro hizo a Washington. Foto: AFP
Massa y Kristalina Georgieva,, durante el viaje que el ministro hizo a Washington. Foto: AFP

El tuit, insisten en ambas tribus, no debe interpretarse como el primero de una saga de cuestionamientos, algo que sí padeció Guzmán, cuya relación con Cristina arrancó muy bien y comenzó a desgastarse a fines de 2020. "Es muy distinto. Sergio es accionista del Frente (de Todos), también está arriesgando su capital político. Eso no es menor y ella lo sabe. Y además nunca podría darse lo mismo que con Guzmán, porque él la escucha constantemente, no es un técnico que se cierra en sí mismo", analiza un dirigente cercano a Massa. "Fue algo puntual, aflojen con la novela", coincidió, escueto, un dirigente K con influencia en el Instituto Patria.

Que Massa y Cristina hablaron antes y después de la advertencia para controlar los precios es tan cierto como el temor ante la señal que puede representar en el sector de la coalición que comulga con la vice que ese mandamiento no se atienda en el corto plazo. Mientras la recaudación por el dólar soja permitirá a Economía abrir el grifo y entregar un bono que al menos cubra a sectores vulnerables que se encuentran en situación de indigencia, el control de precios asoma más complejo de resolver.

Con una inflación descontrolada, que los especialistas privados coinciden en anticipar que seguirá en alza durante septiembre, el margen para no ajustar clavijas en el área se achica.

Para colmo, desde el kirchnerismo sí empiezan a surgir críticas despiadadas hacia el secretario de Comercio, Matías Tombolini. Se trata de un hombre de Massa en la Ciudad de Buenos Aires, que tiene un perfil opuesto al estilo K, casi la antítesis del ex secretario Roberto Feletti.

Cuentan que la vicepresidenta, abocada de lleno al juicio por Vialidad Nacional y a la investigación por el atentado que sufrió, se enteró horas más tarde de la gestión que Tombolini encabezó por las figuritas del Mundial con los dueños de Panini, la fabrica que las imprime. Su reacción, aventuran, habría incluido una (mala) palabra que alguna vez le dedicó en una célebre comunicación telefónica a su más leal y paciente colaborador, Oscar Parrilli.

En el massismo no sólo están al tanto de esas críticas: muchos dicen cosas peores.