Argentina
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La respuesta de Mempo Giardinelli: En el barrio se llamaría agresión al cuete

Ayer lunes, aquí en Italia, cuando a la noche regresaba de una cena típicamente abruzzesa –pan, quesos y chorizos caseros bien regados con el tradicional vino Montepulciano–, pensé en la repercusión que podía haber tenido la declaración política emitida en la noche del domingo por El Manifiesto Argentino –colectivo del que fui cofundador hace más de 20 años– y consulté mis watsaps, como los llamo.

Mi sorpresa fue grande cuando supe que en Buenos Aires algunas notas ofensivas y provocadoras de ex amigos y ex colegas que ahora la van de estrellas de los que suelo llamar "mentimedios porteños", exageraban obedientemente una información amañada para inventar un forzado entredicho, con el objeto de desprestigiarme poniéndome en ridículo.

La publicación de una mentira, con inmediatas y obedientes reproducciones en algunos diarios del interior del país, intentaba generar un escándalo. Lo que era coherente y no casual porque desde la mañana –de ayer lunes– ese colectivo político que integro había hecho público un documento muy crítico sobre la actualidad nacional, del cual yo era co-firmante.

Era obvio que la excusa de un desencuentro en la capital italiana les venía como anillo al dedo a quienes procuraban desautorizar y ridiculizar mis ideas como posible autor de ese duro texto crítico. Me sorprendió la para mí inesperada furia de nuestro embajador en Roma, que posteó un twitt que prefiero no calificar, y comprendí en el acto lo que se venía. Y como cualquier persona decente pensé de inmediato en el seguro dolor de mi esposa y mis tres hijas. Entonces redacté la respuesta que correspondía, evocando a Artigas: "Con la verdad, ni ofendo ni temo".

Mi texto decía, y dice: "1) que en todo este viaje no he pisado la Ciudad de Roma, y en cambio estoy en la región de los montes Abruzzos trabajando una novela, y de aquí iré al Aeropuerto Fiumicino pasado mañana sin pasar por Roma.

"2) que estando en la Feria del Libro de Bologna, la encargada de Cultura de la Embajada Argentina en Roma me propuso asistir el próximo jueves 23 a la embajada para presentar en un evento la película "Argentina 1985".

"3) que respondí que me era imposible precisamente porque no estoy en Roma y los tiquetes aéreos que compré hace dos meses son para regresar a Argentina en la madrugada de este viernes 24.

Y cerraba diciendo que "no obstante y de buena voluntad, me ofrecía de todos modos a considerar mi presencia en dicho acto si la embajada me alojaba esa noche (del jueves 23) para que luego del evento yo pudiese ir velozmente al Aeropuerto de Fiumicino para regresar al país."

Lo que siguió –que yo sepa pues no he querido contribuir a mamarracho informativo alguno– fue en mi opinión lamentable y como era previsible desató la obediente y maligna fantasía de varios dizque periodistas de la telebasura y tinterillos todo servicio a los que, obviamente, no he respondido.

Considero que no valen la pena ni corresponden más comentarios, y este episodio en cierto sentido diplomático yo prefiero darlo por superado y que cada quien se haga cargo de su vergüenza, si la tiene. Y en cambio quiero la extraordinaria compensación amical y moral que he recibido en todo momento, y en especial del colectivo que formé en 2001 con Héctor Timerman, Angélica Gorodischer, Graciela Bialet, Julio Rudman y Carlos Resio, entre muchas otras personalidades, la mayoría del interior del país.

Lamentablemente la campaña de calumnias y agresiones se extendió a todo el país, y a este sainete lo reprodujeron innumerables medios de comunicación e incomunicación, con la clara intención de dañarme en lo personal y en mi ideología, que, evidentemente, no resulta indiferente para los desinformadores a sueldo.

No hay nada más que decir. En política, como en la vida, cada quien debe arreglarse con su conciencia. Si la tiene.