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Lucía Puenzo: “Me gusta mucho el cine que es un viaje emocional y visceral”

Si le preguntás, Lucía Puenzo recuerda cada detalle del rodaje de “La Historia Oficial” (1985), la película ganadora del Oscar y dirigida por su papá. Esa casa era su casa. Ella tenía 7 años, y tenía la bolsa de dormir en el baño porque el cuarto era parte de la escenografía. “Era una casa tomada - contó la directora entre risas y siguió - yo era muy chiquita, pero imaginate que fue tan extraordinario que quedó fijado en mi memoria”. También quedó grabado en su piel, en su mirada y en una curiosidad que la acompañaría toda la vida.

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A sus 46 años, Lucía es escritora, directora y guionista. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y al mismo tiempo Guion Cinematográfico en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC). “De alguna manera ese constante escribir guiones, filmar y editar era una manera de escribir”, decía a Eterna Cadencia. Esa combinación de mundos también la identificaría en su camino laboral: su primera novela fue “El niño pez” en 2004, que adoptaría en la pantalla grande en 2009; lo mismo ocurrió con “Wakolda” unos años después.

Su primera película, “XXY” está basada en un cuento de Sergio Bizzio, "Cinismo". “Tal vez tengo una vocación frustrada relacionada a lo médico, a lo genético… siempre casi todo lo que escribí estuvo atravesado por eso”, reflexionó la directora en diálogo con este medio. Ya sea el tratamiento de la estatura, la exigencia para las competencias o las operaciones estéticas: en sus películas, los cuerpos devienen en campos de batalla. Y en esos relatos, las mujeres son las protagonistas.

“Primero todas vimos cómo el feminismo estaba en grupos de nuestros barrios, en nuestra ciudad, en nuestro país, y después entre diferentes países de Latinoamérica en menos de una década… Fue meteórico el nivel de construcción tan sólido que hay, más allá de todo lo que falte. Lo que yo hago es contar historias. Tengo mucha discusión interna con mi grupo de amigas sobre qué tipos de historias queremos contar… Muchas veces nos proponen historias donde no nos interesa cómo están paradas las mujeres, y queremos la oportunidad de sacudir eso o no hacerlo”, aseguró Puenzo.

La fuerza de ese movimiento sacudió nuestra sociedad y abrió preguntas sobre lo que consumimos. Empezamos a ver mujeres construidas desde el empoderamiento, que no responden a los clásicos estereotipos. No obstante, Lucía invita a problematizar a todos los personajes y evitar construir historias “chatas”: “Tenemos que tener cuidado, hay una tendencia en cierto tipo de narraciones de infantilizar a los hombres, estereotiparlos, o que sean los menos interesantes, los más malvados, los olvidados… y nuestra alarma siempre es contra eso, pensar qué historias estamos contando para justamente no caer en los mismos excesos que nosotras vivimos”, analizó la cineasta.

A la hora de escribir, el tema está en el último lugar de la lista de prioridades. “Es lo más paralizante que hay, difícil, incómodo”, define. Lo primordial es que le genere un “nivel de pegoteo” que se adueñe de sus días, que la intrigue, que la motive y se transforme en su rutina; el resto se puede descubrir en el camino: “Cuando escribía Wakolda durante los primeros 5 meses de la escritura de la novela ni siquiera sabía que estaba hablando de (Josef) Mengele y nazismo, yo esta escribiendo una historia de una niña con problemas de crecimiento. Nunca viene de entrada, y yo no recomiendo que venga de entrada, casi lo peor que podés hacer es hacer cálculos”, afirmó la directora.

Sus trabajos fueron reconocidos en el Festival de Cannes, Goya, Cóndor de Plata. Su última película fue “La Caída” (2022) y su última serie fue “Señorita 89”, que se estrenó este mes en Argentina por Lifetime; fueron los hermanos chilenos Pablo y Juan de Dios Larraín quienes le propusieron viajar al corazón de la época dorada de la televisión en México, cuando “las televisoras configuraban no solamente entretenimiento y medios, sino la ideología de un país, o al menos lo intentaban”, relató Puenzo.

Los certámenes de belleza eran el ejemplo ideal: “Con esos programas necesitaban producir la imagen de un país que no tenía mucho que ver con el país real, porque el México que se vendía en Televisa era blanco, rubio, heterosexual, y no era el México de la gran mayoría de mujeres invisiblizadas de ese país”, explicó. Está protagonizada por Ilse Salas, Mabel Cadena, Natasha Dupeyrón, Ximena Romo, Leidi Gutiérrez, Bárbara López y Coty Camacho, Juan Manuel Bernal y Luis Ernesto Franco y estrenará pronto la segunda temporada.

Como vemos, sigue la historia de un certamen de belleza pero también podemos encontrar mucho más que eso: poder, política, medios de comunicación, desigualdades de género y más: “No me gusta que me digan a mí que tengo que salir a ver y tampoco yo lo hago, porque justamente creo que lo alucinante es que no hay nada que nosotros podamos controlar desde ese lugar”, opinó.

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De las jornadas de rodaje de “La Historia Oficial” recuerda todo y también a todos. No era solo un equipo técnico, eran los amigos más cercanos de la familia: “Parecíamos una tribu”, definió con una sonrisa. Esa idea de bloque la heredó ella y sus hermanos, Nicolás, Sebastián y Esteban; los tres trabajan juntos muy seguido, y cada uno invita a sus hijos a los sets de grabación. “Entendíamos cuando se podía hablar, cuando había que quedarse callados, ayudábamos en lo que podíamos… Estaba muy naturalizado mirar cómo se hacía el cine, que es algo que yo intento reproducir con mi hija, que está mucho en los rodajes conmigo. El cine sigue mezclado con la vida”.

Hace algunos años que vive en México. Frente a los tiempos limitados por la maternidad, contó que evita las series y lo maratónico: “Excepto ‘Succession’, que tiene una dramaturgia increíble… es un disfrute leer ese guion, en general yo leo los guiones y veo las serie por el puro disfrute de como fueron escritas”, señaló la escritora. “Me gusta también meterme en la cama, apagar todo y leer, que es algo que hemos perdido… sino escuchar podcasts, que es un nuevo vicio que descubrí contra todos mis prejuicios en la pandemia, cuando tenía los ojos rojos de tanto escribir o leer que tenía la vista un poco golpeada, y creo que es un viaje de ida”, amplió Puenzo.

Su “momento para desconectar”, sin embargo, está reservado para ese momento de la noche en que le da play a una película: “Me gusta mucho el cine que es un viaje entre emocional y visceral y por eso me gusta mucho Lucrecia Martel, Bruno Dumont, viajes emocionales con el protagonista, que te agarran de la mano y te llevan”, confesó. Según confiesa, en todo eso encuentra la belleza: “Está incluso hasta en los lugares más inesperados”.