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"Me tocó vestir a mi hija para su funeral": el libro que Benjamín Vicuña desearía no haber escrito nunca

El actor chileno viene de publicar "Blanca. La niña que quería volar". En menos de un mes, agotó la tirada inicial y va por su segunda reimpresión.

Este es el libro que Benjamín Vicuña desearía no haber escrito nunca. Y sin embargo, acá esta, una primera edición que agotó los 5.000 ejemplares a poco de ponerse a la venta en mayo y una segunda tirada ya acomodándose en las librerías antes de terminar el mes de su lanzamiento. En Blanca. La niña que quería volar, el actor chileno se propone precisamente no olvidar nada y en el mismo acto recordarlo todo. Al menos todo lo que se pueda.

“Me tocó vestir a mi hija para su funeral”, escribe Vicuña en uno de los 10 actos para conjurar el olvido, tal como propone el subtítulo de su doloroso y poético libro. Blanca Vicuña Ardohain, su niña arco iris, esa niña que quería volar, la niña con cuyo nombre el artista homenajeaba y celebraba a una de sus abuelas, falleció el 8 de septiembre de 2012 a causa de una bacteria mortal. Tenía 6 años. “Todos los 8 lo recuerdo. Es mi número maldito”.

Como dirá una y otra vez, no pretende dar lecciones de cómo atravesar un duelo, cada duelo es personal y se vive de manera distinta. Sino que este libro, para él, es precisamente una partecita de su duelo personal, una manera de abrir puertas que mantuvo cerradas y bloqueadas durante años y que recién ahora empiezan a entreabrirse. Nadie nada nunca aliviará tantísimo dolor, pero nadie nada nunca apagará ni una pizca de su amor por Blanca.

Benjamín Vicuña y su posteo en Instagram sobre "Blanca. La niña que quería volar" (Planeta, $7.500 papel; $2.400 ebook).
Benjamín Vicuña y su posteo en Instagram sobre "Blanca. La niña que quería volar" (Planeta, $7.500 papel; $2.400 ebook).

El domingo 14 de mayo de este año, un día antes de la fecha en que Blanca habría cumplido sus 17 años, Vicuña presentó su obra en la Feria del Libro en charla con el periodista Luis Novaresio, con su hijo Bautista acompañándolo en la primera fila y una decena de seguidoras esperándolo por un beso y una selfie antes, durante y después de la presentación.

En el libro, Vicuña también hace un racconto del antes, durante y después de la muerte de Blanca. Desde que se enteró de su llegada al mundo en un viaje a Valparaíso y los seis o siete kilos que engordó por acompañar el antojo de comer pastas durante los nueve meses del embarazo hasta la noche en que terminó una función de teatro y al tomar su celular se encontró con un sinfín de llamadas perdidas: Blanca volaba de fiebre, la habían internado.

¿Pero acaso alguien podría imaginar el desenlace?

"Toco-toco" llamaba Blanca a los caballos, por el ruido del galope.
"Toco-toco" llamaba Blanca a los caballos, por el ruido del galope.

Algo de esto es lo que Vicuña comparte, por momentos desgarradoramente, con los lectores: que la vida siguió, aunque para él y los suyos se hubiera detenido. Y que atravesó varias etapas: depresión, sí, pero también furia, enojo y bronca –su etapa “Kill Bill” la llamará– y luego su reconciliación con la vida y, conociendo de primera mano lo que es el verdadero infierno, su reconciliación con Dios: “Me gusta esa frase que dice que el perdón es el agua que apaga los incendios del alma”.

Tuvo su momento de quiebre cuando choca con su auto y se dice a sí mismo: cuidado, esto se puede poner aún peor. “A veces pienso que tenemos un solo cartucho que gastar para esos dolores atroces”, escribe.

Editado por Planeta, el libro cuenta con el prólogo de Gabriel Rolón: “El duelo es un desafío que tenemos que enfrentar para no morir con lo que hemos perdido. Es el intento de ponerle palabras a un dolor mudo que lastima”, escribe el psicoanalista que celebra la aparición de este volumen.

Hacia el final del texto, aparece la voz de Carolina Pampita Ardohain, aparece el dolor de la mamá de Blanca. “Mi Blanca hermosa, me vuelve a la mente tu dibujo volando con alas y los corazones que iluminan. ¿Qué quisiste decir? ¿Acaso sabías que te irías?”.

PC