Argentina
This article was added by the user . TheWorldNews is not responsible for the content of the platform.

Miedo ante un inframundo que no manejamos

Hay días en que me da miedo la Argentina. Como si uno viviera en un terreno con césped impoluto pero horadado por gusanos que lo carcomen y nos obligaran a malcaminar sobre una tierra que se hunde. No tengo otra forma de ponerle imagen a esa desazón frente a gente de mi tierra que llegó a encontrar gratificación y ¿placer? en la tortura, en la destrucción del otro cuando ya todo estaba jugado. Más te muelo, más me alegro, pareció decir un sector de vecinos. Algunos militares, otros policías, unos cuantos civiles, pero todos vecinos al fin, mal que nos pese.

Eso me sobresalta, tanto daño cerca, como si alguna vez pudiera resurgir, como si hubiera un inframundo que mueve los hilos. Curioso, el texto de Julia no muestra oscuridad pese a ser una historia de dolor. Sin embargo, a mí, lector -ya no editor- sus palabras me trasladan a ese espacio de temor. ¿Cómo generamos tanta perversidad junta? ¿Es algo universal o nosotros pusimos nuestro pérfido granito de arena propio?

Dudo sobre el concepto de “banalidad del mal” desarrollado por Hannah Arendt. Tenemos conciencia, libre albedrío. ¿Qué es eso de no entender la dimensión moral de una tarea? Sí me parece que hay algo tribal en el ser humano (en el peor sentido): seguir a la horda. Y cuando uso la palabra horda construyo la imagen de algo que niega, que destruye. El hombre ahí se siente protegido por un impulso liberador que lo convierte en Dios. ¿No eran los represores, acaso, Dioses que decidían la vida y la muerte no sin antes pedir la cuota de sangre y de morbo? Nuevamente, me molesta que esos hombres sean mis vecinos.

Hay un libro que recomiendo:“Una temporada de machetes”, de Jean Hatzfeld. El autor hizo una tarea dura; entrevistó a los asesinos hutus de la minoría tutsi (Ruanda, 1994). Lejísimo nuestro y, sin embargo, tan cerca. Quería saber por qué mataron. La mayoría cuenta cómo lo hizo pero no sabe decir la razón. El poder los incitaba, sacaban ventajas, parecían impunes. ¿Por qué no, entonces?

Quizás mi miedo no sea por la Argentina, pienso. Quizás sea por no entender la debilidad del hombre.