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Sin margen para usar otras recetas, la inflación desafía a todo el FdT

El equipo económico tiene días complejos por delante. La inflación de febrero desacomodó las expectativas, y la de marzo promete causar un efecto similar. Al mes le quedan diez días, lapso en el que tanto el Palacio de Hacienda como la Casa Rosada pueden tener un dato preliminar que les permita prepararse para lo que sigue.

La parte más difícil es que la salida que recomienda la mayoría de los economistas, que es la adopción de un plan integral que desactive la inercia de los precios, requiere poder político y tiempo para que ofrezca algún resultado. Y es algo que precisamente la administración de Alberto Fernández no tiene.

La presión que siente el oficialismo está dominada por la política. Tal vez el único factor sobre el que hay consenso en el Frente de Todos, es que si no hay indicadores positivos al menos en los meses de campaña, ningún candidato tendrá chances reales de pelear en las PASO.

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La primera pregunta obligada es: ¿hay margen de hacer algo distinto que prometa un mejor resultado en la lucha contra la inflación? A priori, la respuesta que se dan los propios funcionarios es que no. Un cambio en la Secretaría de Comercio no mueve la aguja. Por el contrario, obligaría a resetear los esfuerzos hechos hasta ahora y no hay ejemplos que aconsejen este sendero. El paso de Roberto Feletti y el resultado que dejó su congelamiento forzoso de precios habla por sí solo.

La siguiente pregunta es qué otras herramientas pueden ponerse sobre la mesa. Con la sequía presionando sobre los precios de los alimentos y las reservas del Banco Central, no hay espacio para una corrección cambiaria. El ente monetario optó por aplicar una dosis más de una de las recetas clásicas, que es subir la tasa de interés. Pero al hacerlo también encarece el crédito y eleva la cuenta de intereses que debe pagar por las Leliq. Retirar más pesos de circulación por esta vía no aparece como un plan convincente, con lo cual queda cerrado el paso para una salida a la brasileña (sin contar la aversión que tiene el kirchnerismo por el apelar al ajuste de tasas, una movida que le endilgan al FMI cada vez que pueden).

Si Sergio Massa tuviera que seguir un consejo del Fondo, en realidad lo que debería hacer es profundizar el "orden fiscal". Es una bala que en realidad va a tener que usar para compensar la moratoria jubilatoria y la menor recaudación que tendrá el fisco por la caída de las exportaciones agrícolas. ¿Pero permitirá un año electoral hacer que ese esfuerzo tenga la magnitud necesaria para cambiar las expectativas inflacionarias? Es una incógnita, pero no aparecen muchos otros caminos.