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Temor al reperfilamiento de deuda: hay un dato clave que miran los inversores y está generando dudas

La situación financiera del Gobierno, más allá de la licitación de deuda de ayer, se encuentra jaqueada y con pocas posibilidades de ser revertida.

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Hay varios datos del mercado que lo reflejan, uno de ellos es que el Banco Central lleva comprados $ 300.000 millones en títulos públicos en pesos desde el 12 de octubre, fecha de inicio de la desconfianza inversora. Lo hace para evitar mayores pérdidas en la cotización de esos papeles, que acentúen la huida de sus tenedores.

La consultora 1816 en su último informe destacó que la industria de los fondos comunes de inversión posee el 90% de su tenencia de deuda pública en pesos colocada en papeles cuyo vencimiento opera a menos de un año.

La curva CER, en su peor momento: el estrés en el mercado regresa a niveles máximos 

El dato refleja el corto horizonte de inversión existente de uno de los principales actores del mercado a la luz de las altas chances que se le asigna a una restructuración de la deuda en 2023 o 2024. 

Pero además 1816 agrega otro dato: el antecedente a tan alta concentración de deuda de corto plazo en la industria de los FCI fue en la previa al reperfilamiento de las Lecap, en septiembre de 2019.

¿Cómo puede el Gobierno revertir la resistencia del mercado a financiar al Tesoro a más largo plazo? 

Detectaron que municipios y provincias tienen colocaciones a plazo fijo en diferentes bancos oficiales y sobre ellos recayó la presión para que participen en la licitación de deuda de ayer y de las que se vienen en diciembre. Las amenazas llegaron hasta la posibilidad de canjearles bonos compulsivamente a los mismos.

La realidad es que el mercado está saturado de deuda pública en pesos fruto del festival de bonos lanzado en la gestión de Martín Guzmán y que aún persiste con el alto rojo fiscal por delante que tiene la gestión de Alberto Fernández. 

La negativa a ajustar las cuentas públicas tiene su costo: ahora el Gobierno debe recurrir a financiamiento del Banco Central lo que implica una mayor suba del tipo de cambio y de los precios de la economía.

En paralelo, las compras de bonos que viene haciendo el Banco Central producen distorsiones. Su titular Miguel Pesce interviene únicamente comprando TX24, papel del que huyen la mayoría de los inversores. 

Pero como no lo hace en el resto de las emisiones, la brecha con el TX26 está en un máximo. El primero rinde 11,5% por arriba de la inflación, mientras que el segundo está 17,2% por encima. Si no fuera por las compras del BCRA, el TX24 tendría un precio sustancialmente menor y por ende un mayor rendimiento.

Las miradas del Ministerio de Economía se centran en todo actor del sistema financiero que posea algo de liquidez. 

Así fue como detectaron que municipios y provincias tienen colocaciones a plazo fijo en diferentes bancos oficiales y sobre ellos recayó la presión para que participen en la licitación de deuda de ayer y de las que se vienen en diciembre. Las amenazas llegaron hasta la posibilidad de canjearles bonos compulsivamente a los mismos.

Metas con el FMI: el dólar soja cierra 2022, cuáles son los factores que condicionan 2023

La esperanza oficial pasa por el hecho de que la puesta en marcha del "dólar soja II" aporte estabilidad al blue, al MEP y al "contado con liqui" y, en definitiva, frene los traspasos de todo lo que sea pesos hacia la moneda norteamericana.

Uno de los movimientos más destacados la semana pasada fue la salida de ahorristas de fondos comunes de inversión, algo que habitualmente ocurre con cada salto del dólar blue o los financieros.

En las reuniones del equipo económico, las preocupaciones pasan más por el refinanciamiento de la deuda que por los saltos del tipo de cambio. 

Sobre este último capítulo, apuestan a que, entre desembolsos del FMI, el BID, el swap con China y el "dólar soja II", puedan llegar a cruzar el desierto de divisas que ocurre en el verano hasta la cosecha de soja en abril. Para esa fecha deberá lanzarse el "dólar III" para seducir liquidaciones.

Las licitaciones de deuda son habitualmente cada dos semanas y cada una de ellas mantendrá en vilo a los inversores. 

Por lo pronto, manda el cortoplacismo no sólo de los fondos comunes de inversión sino de todos aquellos que están posicionados en pesos. Una mayor tasa de interés no compensa los temores existentes.