Argentina
This article was added by the user . TheWorldNews is not responsible for the content of the platform.

Un destino fuera de radar atrae cada vez a más argentinos con un programa oficial para trabajar y estudiar

El proceso mental y emocional es casi idéntico aunque son personas con historias y vivencias muy distintas. Arranca en el momento exacto en el que proyectan su futuro en imágenes en la Argentina. Solos, en pareja, con hijos o sin hijos, se meten en su túnel del tiempo. La experiencia devuelve una imagen borrosa e incierta. Es ahí donde, pese a tener la mayoría casa propia y muy buenos trabajos, tuercen el rumbo. Como faro aparece Canadá y sus enormes beneficios en el mapa. Y allí van.

Flavio Mendoza y su proyecto vital y artístico de llevar su mega espectáculo “Stravaganza” por tres años a un resort de la ciudad de Maricourt, entre Montreal y Quebec, echó luz sobre una realidad de muchas argentinas y muchos argentinos. Desde la pandemia en adelante, cada vez son más los que emigran a diferentes ciudades de este país del norte, un destino generalmente fuera de radar por su lejanía y el mito del clima duro (que lo es, pero sólo en algunas ciudades). Dejan atrás vidas con bases sólidas, atraídos por las posibilidades de crecimiento académico y profesional y las condiciones de estabilidad económica y de seguridad.

La mayoría son jóvenes y emigran a través de programas de estudio con acceso a un permiso de trabajo, puntapié para después obtener la residencia permanente. En ese caso, es fundamental tener un nivel avanzado de inglés y/o francés, unos 20 mil dólares mínimo por grupo familiar para hacer la movida inicial y energía para construir desde cero. También pueden irse con un contrato laboral o con la idea de invertir pero son vías menos frecuentes. Este programa es la principal vía de los argentinos para radicarse en ese país

Federico Ríos Maman (37), Brunela Bruno (33) y su hija Isabella (3) se subieron a la “aventura” de emigrar a Canadá a mediados de 2021. Fue después de procesarlo en pandemia, cuando Brunela tuvo que cerrar su centro de estética e indemnizar a sus empleados. Federico trabajaba para una empresa estadounidense pero, con su sueldo solo para los tres, quedaron a pérdida. Vivían en Palermo y tenían casa y auto propio. Vendieron todo y apostaron al proyecto Canadá. El futuro de su hija fue también un peso fundamental que inclinó la balanza.

Fede, Brunela e Isa frente al Hotel Fairmont Le Chateau Frontenac en Quebec.
Fede, Brunela e Isa frente al Hotel Fairmont Le Chateau Frontenac en Quebec.

“Veníamos pensando en irnos del país pero creíamos que íbamos a extrañar mucho. Con el aislamiento en pandemia nos dimos cuenta de que podíamos seguir viviendo. La ruptura económica que nos trajo el centro de estética fue el trampolín”, cuenta Federico, ya instalado en la ciudad de Montreal, provincia de Quebec.

Casados, optaron por el programa que permite que uno de los dos trabaje part time y el otro, full time. Como con el cuidado de su hija, dividieron roles: Brunela iba a estudiar y Federico a trabajar. Aplicaron a ese programa desde Buenos Aires y con el visto bueno del gobierno canadiense se subieron al avión rumbo a Quebec. Allí estaba instalada desde 2019 la hermana de Brunela así que el camino de entrada se hizo más liviano.

Brunela entró a estudiar a un terciario de Diseño de Interiores y Federico consiguió trabajos temporarios hasta que se cruzó con Mariano, otro argentino, que lo empleó en su empresa de importación de productos nacionales, en especial de carne. Ambos perfeccionaron el inglés y estudian francés, idioma madre en Quebec. Isabella va a una guardería pública.

La familia vendió todo y optó por el programa que permite que uno de los dos trabaje part time y el otro, full time
La familia vendió todo y optó por el programa que permite que uno de los dos trabaje part time y el otro, full time

De a poco, fueron recuperando la inversión inicial que hicieron al emigrar. Accedieron a una casa propia a través de un crédito y compraron dos autos para moverse. Aplicar para la residencia permanente es el próximo paso. En menos de dos años, las piezas se acomodaron.

“Amamos la Argentina pero pensamos que estar acá es lo mejor para nosotros. La oferta de trabajo es impactante. No son muchos habitantes y falta gente para empleos calificados y no calificados. Un solo sueldo alcanza para vivir sin lujos pero con comodidades y mucha tranquilidad”, sostiene Federico. Su salario –comparte- está por encima del mínimo que ronda los 1.700 dólares canadienses. En cualquier caso –dice- se vive sin complicaciones.

“Creemos que en nuestro país faltan oportunidades y queremos que nuestra hija las tenga cuando crezca. Que estudie y trabaje de lo que quiera. Que viva dignamente”, añade.

De trabajar "mil horas" en Argentina al equilibrio canadiense

Sin hijos por ahora pero con “Rodito”, un perro salchicha que aman, Belén Eugenio (34) y Darío Orcajada (34) siguieron un camino parecido al de Federico y Brunela. Ella de Necochea y él de Tandil vivían en su casa también en Palermo y tenían trabajos seguros antes de emigrar e instalarse en la ciudad de Toronto, provincia de Ontario.

Belén, Darío y "Rodito" con las Cataratas del Niágara de fondo.
Belén, Darío y "Rodito" con las Cataratas del Niágara de fondo.

La pandemia también disparó el cambio de vida. En febrero de 2021 empezaron a ver videos de Canadá y se fueron enamorando del país. Nunca habían estado allí. Entonces decidieron que iban a probar, dejando atrás parte de lo que habían sido hasta ese momento: ella oftalmóloga y él licenciado en administración de empresas.

Decididos, arrancaron una búsqueda que los llevó a descubrir este programa que da un permiso para que uno estudie y el otro trabaje. Se metieron a la página del gobierno canadiense y esperaron unos meses. Belén empezó a estudiar inglés por Zoom para mejorar su dominio del idioma. Terminó aplicando para estudiar en un postgrado de Informática en la salud. Renunciaron a sus trabajos en diciembre de 2021 y se fueron.

Ya en Toronto, Darío consiguió trabajo a mediados de enero de 2022. Después, fue el turno de Belén, que además de estudiar consiguió un empleo por cuatro meses en el hospital local al que le siguió otro en una empresa de Inteligencia Artificial. Allí trabaja ahora en tratamientos de diagnóstico del cáncer. Darío lo hace como manager en finanzas en una compañía.

Belén y Darío durante una nevada histórica en enero de 2022 en la plaza del primer barrio de Toronto donde se establecieron.
Belén y Darío durante una nevada histórica en enero de 2022 en la plaza del primer barrio de Toronto donde se establecieron.

“Mi marido siempre soñaba con la experiencia de vivir afuera. En pandemia empezamos a pensar, ¿por qué no? Si vamos a probar, es ahora. Trabajábamos mil horas en la Argentina”, describe Belén.

La pareja fue acumulando meses de estudio y trabajo y eso se tradujo en puntos suficientes –una de las vías que contempla el gobierno de Canadá- para ir por la residencia permanente que ya están gestionando. Valoran la seguridad, las posibilidades de crecimiento personal, el equilibrio entre las horas dedicadas al trabajo y al tiempo libre, la estabilidad económica y la amabilidad de los canadienses.

“La gente es muy amable. Acá somos todos iguales. Hay muchos inmigrantes y entre ellos, muchas argentinas y argentinos. De hecho, abrimos el Instagram @canadaanewlife para intercambiar información, ayuda y compartir nuestra experiencia. Nos sentimos en paz”, asegura Belén.

Cada vez más argentinos emigran a Canadá

Adriana Fernández también es argentina y vive hace una década en Vancouver. Desde hace dos años lidera Argentech, una empresa de asesoramiento legal para trámites migratorios. Cuenta que desde la pandemia la demanda de consultas y gestiones crecieron muchísimo desde la Argentina y otros países latinoamericanos. En ese sentido, confirmó como principal vía de ingreso el programa de estudio con acceso a un permiso de trabajo.

La pareja abrió el instagram @canadaanewlife para intercambiar información, ayuda y compartir su experiencia.
La pareja abrió el instagram @canadaanewlife para intercambiar información, ayuda y compartir su experiencia.

En ese sentido, las estadísticas oficiales indican que durante 2020 unos 157 argentinos se postularon a ese permiso de estudio, de los cuales 127 (78%) fueron aprobados. En 2021, sólo un año después, la cifra se quintuplicó: se anotaron 773 personas de las cuales 573 (74%) lograron aplicar al programa.

“Cada ciudad es distinta -son 10 provincias y 3 territorios en el país- pero el común denominador es la estabilidad y la tranquilidad. Acá no hay rejas. Podes dormir en tu casa con las ventanas y puertas abiertas. Tu hijo puede ir y volver del colegio caminando que no hay peligro”, enumera Adriana. “Sería bueno, sí, que se abran más posibilidades para venir, como por ejemplo los sponsors a familiares”, apunta.

Como todo, emigrar tiene también sus cuestiones en contra. Tanto Federico y Brunela como Belén y Darío marcan que la atención pública de la salud tiene sus problemas en Canadá. Como la mayoría de los ciudadanos locales, ellos cuentan con una tarjeta sanitaria que los habilita a atenderse en hospitales donde la demora para distintas especialidades es “altísima”. “Tenés un médico de familia que te atiende y hace las derivaciones pero hay que esperar muchísimo”, coinciden. “Los hospitales son de lujo y todos acceden a la salud pública pero es cierto que faltan médicos”, complementa Adriana.

Extrañar a familiares y amigos es, sin embargo, el punto débil de todas y todos los consultados por Clarín. “Es el costo que hay que pagar por dar el paso que dimos”, resume Federico.

MG