La nueva ola migratoria ha alcanzado a Ciudad de México, donde centenares de extranjeros han llegado a instalarse en casas de refugio e incluso en campamentos en las calles mientras esperan su intento de cruzar a Estados Unidos.
En la Plaza Giordano Bruno, en el céntrico barrio Juárez, familias de migrantes duermen o pasan ahí el tiempo en espera de una cita con las autoridades mexicanas para su regularización migratoria.
Los migrantes, en su mayoría de Haití y Centroamérica, tienden su ropa en bardas, y cocinan sus alimentos y calientan sus bebidas en asadores que funcionan con carbón.
Otros más ya han tendido lonas y han aprovechado trozos de madera para instalar un campamento, donde al menos 100 personas transitan y comen en ese lugar ubicado entre la calle Roma y Milán.
Entre ellos está el haitiano Claudeau, quien llegó a la capital de México hace dos semanas en la última oleada migratoria, pero lleva en total más de dos meses y medio en su peregrinar, acompañado de su esposa y dos hijos, ambos menores de tres años.
Contó a EFE que no ha recibido ayuda de ninguna autoridad, pero encontraron un lugar en donde dormir, aunque mencionó que solo pueden permanecer en un tiempo determinado y luego están en las calles sin alimentos o bebidas.
Claudeau lamentó que tengan que esperar largas citas, pues a él lo recibirá la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) dentro de un mes, el 24 de octubre, ya que los gastos no paran y tiene que pagar, incluso, por ir al baño.
“Está muy muy difícil, pero no tenemos otra manera (…) estamos buscando una puerta más abierta por los niños”, dijo.
Un nuevo repunte migratorio
México vive una nueva ola migratoria, como mostró la semana pasada la suspensión de 60 trenes de carga de la empresa Ferromex por la presencia de más de 4.000 migrantes en los carros y en las vías, manifestaciones, y estampidas de miles de migrantes en las oficinas de atención a refugiados en la frontera sur.
Aunque la situación suele limitarse a las fronteras, ahora en Ciudad de México hay migrantes varados como Paul, quien también viene de Haití y con cita en la Comar el próximo 24 de octubre.
Como Claudeau, esperará en las calles hasta acceder a un permiso en el país o una cita mediante la aplicación de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, CBP One.
Acompañado de una familia de seis que prepara pescado, señala que la demora para concretar citas en ambos países es cada vez más prolongada.
El drama migratorio de México
Otra familia es la de Percida Romero, quien viaja con siete adultos y cuatro menores de edad de Honduras.
Romero consideró “lamentable” que no exista ayuda por ningún lado, y que les nieguen el acceso al transporte para transitar por México.
Mencionó que han pagado hasta 1.000 pesos por persona (casi 57,5 dólares) por boletos de autobús y en una ocasión los detuvieron las autoridades migratorias solo por transitar.
“La verdad que esos caminos son muy duros. Más que todo, quien hace sufrir al migrante es la migra (autoridades migratorias)”, añadió.
Contó que ellos solo hacen una comida al día, mientras que cuidan de una niña enferma que acudió a servicios de urgencia en un hospital de la capital.
“Estamos alojados en la casa de migrantes Cuauhtémoc, ahí nos dan comida y así estamos aquí, no queremos seguirnos arriesgando para arriba porque las leyes están claras, en que esperemos la cita y esa es la misión, esperar la cita”, relató.
Señaló que han sido testigos de casos cercanos que han recibido la ayuda, así como de la violencia por robos y abusos de autoridad.
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la inseguridad, la violencia y las condiciones socioeconómicas son los principales factores que inciden en que miles de migrantes salgan de sus países para cruzar México e intentar llegar a EE.UU.
También ha apuntado que la variedad de nacionalidades de migrantes que cruzan por el país es cada vez mayor porque más personas dejan sus países tras la pandemia de la covid-19, lo que ha provocado una nueva oleada migratoria en la región.