Argentina
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A sala llena, Revista Ñ proyectó en Madrid una conversación con Mariana Enriquez, una autora de culto en España

De chica, Mariana Enriquez se la pasaba esperando que algún gallo cantara de noche. Había leído en un libro de mitología del Litoral de la casa familiar que ese canto gutural agudo, a deshora, presagiaba tragedia. “Si canta un gallo, no sé a qué hora de la noche, muere alguien, decían. Y yo vivía tratando de escuchar al gallo”, cuenta la escritora argentina que mejor transita las tinieblas de la literatura del terror hoy.

“Era una cosa que me daba mucho miedo y mucha fascinación”, confiesa Enriquez, vestida de rojo sangre en “Un gótico del fin del mundo”, una proyección con la que la Revista Ñ de Clarín celebra, en el Festival Eñe de Madrid, sus 20 años como referente de la cultura.

Mariana Enriquez en la pantalla de la librería de La Fábrica, en Madrid. Foto: Cézaro De LucaMariana Enriquez en la pantalla de la librería de La Fábrica, en Madrid. Foto: Cézaro De Luca

“Un gótico del fin del mundo” es un diálogo entre la escritora y Matilde Sánchez, autora y editora general de Revista Ñ, ambientado en el cinematográfico Castillo de Obligado, en la pampa argentina, junto al río Paraná.

El documental es el primero de un ciclo de proyecciones de Ñ que, en colaboración con ArtHaus Central, nutrirán las "Conversaciones al otro lado”, una sección del festival madrileño dedicada a dialogar con destacadas mujeres argentinas de la literatura y la cultura: Mariana Enriquez, María Negroni, Andrea Giunta y Ariana Harwicz.

Enriquez en la puerta del Castillo de Rafael Obligado en San Pedro provincia Buenos Aires. Foto: Mario QuinterosEnriquez en la puerta del Castillo de Rafael Obligado en San Pedro provincia Buenos Aires. Foto: Mario Quinteros

Los videos, ambientados en escenarios exquisitos de la Argentina, se podrán ver en la web de Clarín a partir de noviembre.

Matilde Sánchez presentó este miércoles “Un gótico del fin del mundo” en la librería de La Fábrica, la usina madrileña de proyectos culturales que, desde hace quince años, organiza cada otoño el Festival Eñe.

“La idea era disfrutar de Mariana Enriquez en un paraje imaginado para ella”, contó Sánchez a la audiencia.

Matilde Sánchez, editora general de Ñ, presenta en Madrid la entrevista especial realizada a Enriquez. Foto: Cézaro De LucaMatilde Sánchez, editora general de Ñ, presenta en Madrid la entrevista especial realizada a Enriquez. Foto: Cézaro De Luca

Se refería al Castillo de Obligado, escenografía del video y donde la editora general de Ñ dialoga con la escritora de culto.

El castillo fue construido por el poeta argentino Rafael Obligado, autor de clásicos poemas gauchescos, en honor a su esposa, una ávida lectora de novelas góticas inglesas.

Allí, en el castillo, veremos a Enriquez hojear libros históricos de la biblioteca. Subirá y bajará escaleras mientras reflexiona sobre su primera novela, Bajar es lo peor: “No escribí ese libro para publicarlo –confiesa–. Lo escribí para mis amigos, en un contexto de consumo, de adicciones, de reviente generalizado y un poco también como una respuesta a la literatura que estaba leyendo”.

“En ese momento no lo percibía, pero hoy lo pienso como un momento muy romántico”, dice.

El castillo de Obligado, del que Enriquez se apropia durante la charla, está ubicado en una comarca literaria, cuna de autores como Libertad Demitrópulos y Juan José Saer.

Un terror suburbano

Nuestra parte de noche –comentará Matilde Sánchez con la audiencia, en Madrid– es la novela que la consagra de manera explosiva, y por la que recibe el Premio Herralde”.

Revista Ñ en el espacio La Fábrica, en Madrid.Revista Ñ en el espacio La Fábrica, en Madrid.

“Uno de los méritos singulares es haber encontrado una vibración muy precisa, un terror que no es del todo urbano ni rural sino que se ubica en los suburbios un poco degradados, los nuevos suburbios de donde ella misma viene”, apuntó Sánchez.

En la proyección, Enriquez lo explicará: “Creo que estaban en algunos relatos urbanos como parte del componente de lo rural que llega a lo urbano, en mi caso particular, narrativamente, de mis abuelos, que eran correntinos y me contaban historias”.

“Estos relatos ya no eran relatos rurales, sino eran relatos rurales insertos en un suburbio post industrial –dirá–. Yo los trabajé en los cuentos enhebrando un poco eso. O sea, usando el velorio de la Angelita en un cuento, usando al Gauchito Gil, que ya es un personaje urbano a esta altura, usando San La Muerte, usando curanderas, que ya son parte absolutamente de lo urbano.”

Enriquez, la maestra del terror sudamericano como nunca fue vista. Foto: Mario QuinterosEnriquez, la maestra del terror sudamericano como nunca fue vista. Foto: Mario Quinteros

En otro fragmento de la conversación ambientada en el castillo de fines del siglo XIX, Mariana Enriquez y Matilde Sánchez dialogan sobre el terror como metáfora política.

“Yo creo que la metáfora política la tiene, pero no es sólo una metáfora política –opinará Enriquez–. Frankenstein hablaba con lo político y lo social, del miedo a que te robaran un cadáver cuando Mary Shelley escribía Frankenstein era real.”

“La gente ponía jaulas sobre las tumbas para que no se robaran a sus muertos –contará la escritora–. Y esa es una de las razones, por ejemplo, de que se construyan los grandes cementerios victorianos alrededor de Londres: para que se dejen de afanar gente”.

Locos por ella

La librería de La Fábrica se colmó este miércoles de apasionados de la obra de Enriquez, una escena que ya se vio el fin de semana, cuando la escritora, alquimista del terror con un vastísimo club de fans en España, desbordó el salón de actos de la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina.

La escritora recorrió el castillo y hojeó libros en la biblioteca. Foto: Mario QuinterosLa escritora recorrió el castillo y hojeó libros en la biblioteca. Foto: Mario Quinteros

Enriquez no esquiva a las multitudes. A principios de año protagonizó en el Teatro Coliseo de Buenos Aires una performance, No traigan flores, en la que leyó fragmentos de sus obras. Apenas salieron a la venta, las entradas se agotaron en horas.

En Madrid, el Festival Eñe la convocó el sábado para reflexionar sobre el género literario que ella confiesa disfrutar como lectora y autora: “Horror se escribe con eñe: Novela contemporánea en castellano”.

Junto al guionista Rubén Sánchez Trigos y al novelista español Ismael Martínez Biurrun, la autora de los libros de relatos Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego defendió la literatura del miedo.

“El terror como lenguaje, en cuento o en novela, en este momento se ha convertido en la mejor expresión de los tiempos que vivimos”, dijo.

“Creo que siempre fue un prejuicio pensar que el terror era algo inmaduro, fantasioso, infantil, pueril, escapista”, enumeró.

“La experiencia del terror es algo que vivimos constantemente –aseguró Enriquez–. El terror habla de la muerte, de la violencia, de las cosas más profundas y terribles”.

“Por algo le gustó siempre a la gente –afirmó–. Y no porque es popular o efectista, sino porque le habla a la gente de sus cosas más íntimas y en un lenguaje que no es solemne”.

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