Aunque permanecen detenidos en Eslovenia desde diciembre bajo la acusación de haber espiado en favor del servicio de inteligencia exterior de Rusia, en un caso que se trascendió a fines de enero, Ludwig Gisch y su esposa María Mayer Muños son ciudadanos argentinos, aunque no hayan nacido aquí.
Lo son porque el Gobierno da por hecho que toda la famila tiene efectivamente documentos argentinos, considerados legales aquí.
Ludwig Gisch tiene la ciudadanía hace 11 años; su esposa hace 9.
La ciudadanía fue obtenida mediante trámites registrados sucesivamente en las oficinas nacionales donde se obtienen los DNI y los pasaportes que otorga el RENAPER.
Pero además, la madre del Ludwig es argentina, supo Clarín de altas fuentes, aunque no pudo establecerse ni su nombre ni si está viva o falleció.
Más aún, los dos pequeños hijos del matrimonio son argentinos, porteños, con DNI y pasaporte nacional. Tienen acento castellano muy local.
Los cuatro estaban radicados en la ciudad de Buenos Aires, donde tuvieron distintos domicilios, el último fue en O'Higgins 2191. Allí los vecinos los recuerdan de muy diversas maneras, tal como publicó Clarín.
Sin embargo, a medida que pasan los días y se van conociendo detalles del paso de esta pareja crece la confusión sobre su verdadera vida, sus verdaderos movimientos y sobre qué van a hacer las autoridades nacionales sobre todo con los niños, que según el diario británico The Guardian fueron entregados al servicio social de Eslovenia.
Sus nombres se preservan porque son menores. La nena nació en CABA en 2013, y el varón en 2015. Y según The Guardian, que investigó la vida de la familia tras establecerse en Liubliana, en 2017 -al mismo tiempo venían y se iban de aquí- los niños jugaban en el jardín esloveno y hablaban en español.
Por lo que se sabe, Gisch nació en Namibia, en 1984, y se nacionalizó argentino en 2012. Hizo el trámite en CABA. María, nacida según los registros en Grecia, también en 1984, se nacionalizó argentina en 2014.
El tiene registrada sus actividades laborales ante la AFIP como "Servicios Informáticos", como autónomo. Los vecinos de la pareja en O'Higgins 2191, donde alquilaban el 9° D, con los chicos -en el edificio en el que viven varias familias rusas-, contaron a este diario que Gisch salía todos los días vestido formalmente de pantalón, camisa, zapatos y mochila como a trabajar.
Y que Mayer se quedaba en la casa al cuidado de los niños, con los que frecuentaba el kiosco de golosinas. La mujer tiene varias entradas a los registros de actividades laborales en Argentina pero sin registrar alguna específica.
Fue The Guardian el que reveló su supuesta dedicación profesional al arte. De hecho aparece como presunta directora de la Art Gallery 5'14 montada en la capital de Eslovenia. Así figura por cierto en su Linkedin, y allí también como coleccionista y dealer de arte. Y se define como "apasionada de las artes".
Entre los funcionarios del Gobierno hay pánico a profundizar sobre esta pareja porque exhibe las fragilidades del sistema migratorio, la entrada, la salida y la obtención de documentación.
En el caso de los rusos es más que laxo. Lo fue durante las administraciones de Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.
De hecho, el caso de las embarazadas rusas que vienen a tener sus hijos aquí, las que estuvieron varadas en Ezeiza y las advertencias de la directora de Migraciones, Florencia Carignano, estalló luego de que el diario esloveno Delo publicara el 30 de enero la detención de esta pareja con "identificad falsa" y que "se hacían pasar por ciudadanos latinoamericanos", luego se detalló que argentinos.
Según las autoridades, unos 22.000 rusos vinieron a la Argentina en el contexto de la guerra en Ucrania y por diversos motivos.
Según la prensa británica, existen conversaciones informales con Moscú para que la pareja sea "intercambiada" por otros detenidos occidentales que están en prisión en Rusia. Eso, para las fuentes es reconocer que eran espías, un cargo que al enfrentar juicio en Eslovenia los puede llevar a la cárcel por al menos ocho años.
The Guardian dice que este caso de la pareja se enmarca en lo que llama una red de espías rusos de élite conocidos como “ilegales”.
Por cierto, no se estableció si nacieron realmente en Namibia y en Grecia respectivamente o eso es falso. Y cuál fue su contacto inicial, la razón, para prestar sus servicios recabando información por todo el mundo al servicio de Moscú. ¿Se sabrá?
