Los Marlins hicieron la proeza de colarse en la postemporada de Grandes Ligas 2023 tras derrotar este sábado a los Piratas de Pittsburgh con marcador de 7x3. Fiesta de champagne a lo grande.
Contra todos los pronósticos y tejiendo sorprendentes victorias en los partidos cruciales, los Marlins de Miami hicieron la proeza de colarse en la postemporada de Grandes Ligas en 2023. Una conquista que tiene la virtud del entusiasmo de un equipo que se impuso a todos los obstáculos y las lesiones –y hasta los traspiés inexplicables ocurridos en el Citi Field de Nueva York- para llegar a una cima grandiosa.
Los Marlins (84-76) se hicieron del comodín (wild card) la noche de este sábado al vencer 7×3 a los Piratas de Pittsburgh, con especial contribución de Jazz Jazz Chisholm Jr., quien conectó su jonrón 19 de la campaña e impulsó dos, y el trabajo eficiente de ocho lanzadores en un partido de bullpen.
Con el ponche final servido por el relevista Tan Scott estalló la celebración. La fiesta del champagne fue a lo grande.
Los Marlins en la grama del PNC Park de Pittsburgh festejando el comodín de postemporada. Foto; X-Miami Marlins.
Los Marlins consiguieron el boleto de play-off un día antes de terminar la temporada y aún queda por definir si obtienen el segundo o tercer puesto, en dependencia del resultado del partido dominical entre Arizona (84-77) y Houston.
El número clave era uno después de los desplomes de la última semana de los Cachorros de Chicago y los Rojos de Cincinnati. Los Cachorros ganaron en Milwaukee con racimo de 10 carreras, pero ya estaban marcados para morir tras las tres derrotas devastadoras en Atlanta.
Todavía parece increíble este salto espectacular de los Marlins con final electrizante. El triunfo es aún más meritorio cuando se tiene en cuenta que el equipo fue un hospital rodante a lo largo de la temporada y con tres bajas altamente sensibles en la hora final: su pitcher estelar Sandy Alcántara, el abridor Eury Pérez, y el jugador bujía y mejor bateador de la Liga Nacional, Luis Arráez.
Cuando la temprada se inició, nadie le dio a los Marlins las mínimas posibilidades de llegar siquiera a tener récord ganador en la fuerte División Este de la Liga Nacional, donde los pronósticos favorecían a Bravos de Atlanta, Phillies de Filadelfia y Mets de Nueva York, tres franquicias llenas de luminarias y con vigorosas nóminas.
El manager debutante de los Marlins, Skip Schumaker, llegó a Miami declarando su intención de construir una cultura ganadora. Era un desafío que asumió con sabiduría y entusiasmo, trasladando resposabilidad, confianza y espíritu de victoria entre los jugadores.
Con Schumaker hemos discrepado en no pocas decisiones, sobre todo por la inestabilidad de la alineación durante todo el torneo, pero es la hora de reconocerle su productivo liderazgo, su madera de mánager y su buena estrella. No creo que haya dudas en que desde ya es un fortísimo candidato a Mánager del Año en las Grandes Ligas.
Es el cuarto viaje de los Marlins a la postemporada y ocurre en medio de los festejos por los 30 años de la franquicia (el tercero en una temporada completa, si descontamos la excepción del torneo corto de la pandemia en 2020). Hace justamente 20 años estaban ganando su segunda Serie Mundial, frente a los Yankees de Nueva York, en el otoño de 2003.
La realidad de este equipo de los Marlins es completamente distinta y tal vez mucho más heroica. Se trata de un conjunto reconstruido con una nómina discreta, compuesto con jugadores jóvenes y de mucho potencial sumados a algunos consagrados como Jorge Soler y veteranos utilísmos de la talla de Yuli Gurriel. La máxima del equipo es no rendirse ni apagarse ante las adversidades, y jugar con alegría, divirtiéndose, que es una motivación que parece haberse perdido en el béisbol moderno en medio de la oleada del billetaje y los megamillonarios.
Una estadística basta para entender este afán de batalla que ha caracterizado a los Marlins 2023, un equipo para querer, como suele catalogarlo el comentarista Yiki Quintana. Con la victoria 4×3 del pasado viernes frente a Pittsburgh en el PNC Park, los Marlins hicieron historia al convertirse en el primer equipo del béisbol moderno en Grandes Ligas –a partir de 1900- que logra remontar desventajas de tres carreras o más a partir del séptimo inning y ganar seis juegos en esas circunstancias. En total han registrado remontadas viniendo de atrás en el 48.8% de sus victorias y han ganado 33 juegos por ventaja de una sola carrera. Casi nada.
Más aún. Cuando parecía que el equipo estaba barranca abajo y algunos sentenciaron su temprana exclusión de la élite de octubre, los Marlins tuvieron el temple para revertir el fantasma de la mala racha.
Al producirse la pausa del Juego de Estrellas, Miami tenía 14 juegos por encima de 500. Pero arrancó la segunda mitad y el equipo acumuló una racha de derrotas. Al terminar agosto estaban ya un juego por debajo de 500 (66-67), y las esperanzas de postemporada parecieron esfumarse. Septiembre fue el mes del renacimiento, con balance de 18-9, y triunfos en series decisivas sobre Dodgers, Phillies, Brewers y, muy especialmente, con una barrida sobre los imponentes Bravos de Atlanta.
Un reconocimiento aparte para dos figuras que fueron traídas por la gerencia ante la fecha límite del 1 de agosto y que han sido piezas determinantes en la fase final: Josh Bell y Jake Burger, ambos entregados a dar lo mejor de sí y protagonistas de oportunos batazos en las postrimerías. A la hora que vale, con pasión y clase de grandes atletas.
La temporada ha sido también de renacimiento para la afición de Miami, que ha registrado una asistencia récord al estadio de la Pequeña Habana. Una buena señal para el auge del béisbol local y una trompetilla para cierta campañita contra la asistencia a la instalación tras la controversia generada por los acontecimientos del Clásico Mundial el pasado marzo.
Este sábado fue definitivamente una jornada de clasificaciones, pues terminaron por definirse todos los comodines pendientes. Solo resta ubicar el puesto en que van a clasificar el 2-3 en cada liga, y determinar si los Marlins tendrán que ir o no a Nueva York el lunes para concluir un juego sellado el pasado jueves frente a los Mets.
La temporada 2023, que ha sido especialmente memorable por hazañas del venezolano Ronald Acuña y su club de 40-70 inaugurado por primera vez en Grandes Ligas, y los arrolladores desempeños impuestos por los jugadores cubanos, muchos de ellos ya asegurados para la fiesta de octubre.
No estará ninguno de los equipos de Nueva York, Yankees y Mets, ni los Medias Rojas de Boston ni los Padres de San Diego. Entre ellos se disputarán el fiasco del año y rodarán cabezas, porque en este negocio se miden resultados contra nóminas, y nadie quiere hacer el ridículo con dinero por medio.
Miami se ratifica así como una metrópoli deportiva en Estados Unidos. Si miramos el desempeño de las ligas deportivas profesionales asentadas en el sur de Florida durante la etapa 2022-23, cuatro de sus franquicias han pasado a postemporada: Dolphins, Heat, Panthers y ahora los Marlins (falta solamente ver si lo logra en Inter Miami con el empuje de Messi).
Después de lo que suceda mañana regresaré con los calendarios de postemporada, que ya se nos viene encima. El martes los Marlins estarán iniciando su primer partido con los Cerveceros o con los Phillies y, a decir verdad, ya da lo mismo quien toque, porque la tarea está más que cumplida.