Pasado el 23 de septiembre, día en el que entramos de forma oficial en otoño, ahora toca cambiar la hora para comenzar el horario de invierno.
El ajuste de hora que se producirá este fin de semana añadirá una hora más de sueño a los españoles, puesto que esta vez el cambio implica que amanecerá y anochecerá antes. Es decir, que los días parecerán más cortos y las noches nos resultarán más largas.
El cambio se producirá en la madrugada del 28 al 29 de octubre, cuando a las tres de la mañana serán las dos. A excepción de las Islas Canarias en las que a las dos será la una.
Aunque en la mayoría de dispositivos el cambio de hora se produce de manera automática, siempre se recomienda estar un poco atentos, puesto que un descuido en la hora en la que vivimos puede producir contratiempos en nuestras obligaciones diarias, como sería llegar tarde al trabajo.
Una medida que no gusta a todos
Para muchos españoles esta medida no resulta de su agrado. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dos de cada tres españoles preferirían acabar con este cambio. Mientras que el 22% lo mantendría.
La Comisión Europea, por su parte, compartió una encuesta en la cual entrevistaron a 4,6 millones de europeos y el resultado fijó en el 84% la cifra de personas que preferirían no volver a cambiar los relojes. Y es que la Unión Europea lleva desde 2018 intentando quitar este cambio en nuestros relojes, pero persiste.
El ajuste de relojes comenzó en 1974 y a continuado así de manera ininterrumpida desde entonces, cambiando nuestros relojes dos veces al año, con la intención de que ahorremos energía y gastemos lo menos posible de luz. Pero para el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), los cambios son apenas apreciables.
Cómo afecta el cambio de hora a nuestro cuerpo
Son muchos los estudios relacionados con cómo afecta el cambio de hora a nuestro organismo. A pesar de ello, no hay unos resultados concluyentes, pero, ¿en qué medida no afecta el cambio horario?
Según Sanitas, el efecto más inmediato comprobado está en la secreción de melatonina. Una hormona que actúa sobre el estado de vigilia y del sueño, en función de la luz solar, cuanta más luz se crea menos melatonina, y viceversa. Por lo que nuestras ganas de sueño aparecerán de forma más tardía.
A rasgos más generales se puede hablar de la aparición de cierta fatiga, así como cansancio y cierta irritabilidad en el humor. Siendo los más afectados, los niños y las personas mayores debido a su sensibilidad a los cambios hormonales.
Pero la realidad suele ser que en la mayoría de los organismos, se recuperan rápidamente y en apenas tres días ya se ha adaptado al cambio de hora.